el sonido de la mañana
blanqueando la vista
del desconocido
qué hermoso,
|
corre un muchacho con un carro
los árboles se arrumban y su mirada sigue batiendo la blancura un minuto más un minuto en el “background” |
y la pantalla infinita de su
desarrollo
donde todo ocurre
creerás que está pasando dice el
desconocido
con terquedad recorre una ciudad
antigua
y fuerza su lengua
para llegar de punto a punto
en el bosque allá
las máquinas cavan hoyos sin descanso
el
desconocido mira el fondo
barrido por
lombrices
su cuerpo no
balancea
el cielo que
lo persigue
cambia
colores
él está allí
coloca unos
papeles
y mira el
anfiteatro llenarse
“J.C.” grita, “son
las ruedas de las maletas
los tanques ya no pasaron”
Pero J. C. se
aleja
corriendo bajo la
lluvia
y se golpea en la
sien
El observador... el testigo mudo... el protagonista que no tuvo acceso a la información y así, tantos golpes en la sien de tantos, de todos...
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